Mateo 13,47-53
"La Parábola de la Red: La Convivencia y el Juicio Final"
“47 El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. 48 Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen los buenos en canastas y tiran los malos. 49 Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, 50 para arrojarlos en el horno de fuego; allí habrá llanto y rechinar de dientes. 51 ¿Han comprendido todo esto?». «Sí», le respondieron. 52 Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus tesoros cosas nuevas y cosas viejas». 53 Cuando Jesús terminó estas parábolas, se fue de allí.”
Contexto
Este pasaje se encuentra al final del "Discurso de las Parábolas" de Jesús en el Evangelio de Mateo (capítulo 13). Es la última de las siete parábolas principales de este discurso. Al igual que la parábola del trigo y la cizaña, la parábola de la red aborda la realidad de la coexistencia del bien y del mal dentro de la comunidad del Reino, y apunta hacia el juicio escatológico final. El discurso concluye con una pregunta de Jesús a sus discípulos sobre su comprensión y una reflexión sobre el rol del "escriba" del Nuevo Reino.
Tema Central
El tema central tiene dos partes. Primero, la parábola de la red ilustra que la Iglesia ("la red"), en su fase terrenal, es una comunidad mixta que recoge "toda clase de peces", tanto buenos como malos. La separación definitiva entre ellos no ocurre ahora, sino que está reservada para el "fin del mundo", donde los ángeles realizarán el juicio, separando a los malos de los justos. Segundo, la figura del "escriba convertido en discípulo del Reino" enseña que el verdadero maestro cristiano es aquel que sabe integrar la sabiduría de la "vieja" revelación (el Antiguo Testamento) con la "nueva" revelación traída por Cristo.
Aplicación a nuestra actualidad
La parábola de la red y la conclusión del discurso nos ofrecen una perspectiva equilibrada y sabia sobre la Iglesia y nuestra fe:
La Iglesia, una Comunidad Mixta: "La red... recoge toda clase de peces". La Iglesia en la tierra no es una comunidad de santos perfectos, sino una "comunión de santos y pecadores". En ella convivimos "peces buenos y malos". Esta verdad nos libera del escándalo fácil ante el pecado y la imperfección que vemos en la Iglesia (en los demás y en nosotros mismos) y nos llama a la paciencia y a la misericordia, en lugar de a un puritanismo que busca una comunidad "perfecta" aquí y ahora.
La Paciencia de Dios y el Tiempo de la Iglesia: Al igual que en la parábola de la cizaña, la separación no se hace de inmediato. El "tiempo de la pesca", el tiempo de la Iglesia, es un tiempo de convivencia y, por tanto, un tiempo de oportunidad para la conversión. Mientras la red está en el mar, un "pez malo" puede, por la gracia de Dios, convertirse en "bueno".
La Certeza del Juicio Final: "Así sucederá al fin del mundo... separarán a los malos de entre los justos...". La paciencia de Dios no anula la seriedad del juicio final. La parábola es una advertencia clara: al final de los tiempos, habrá una separación definitiva basada en la justicia. No da lo mismo ser "bueno" que "malo". Esta certeza nos llama a la responsabilidad personal y a una vida de conversión constante para asegurarnos de ser contados entre los "buenos".
Comprender y Aplicar la Enseñanza: "¿Han comprendido todo esto?". Jesús se preocupa de que sus discípulos entiendan. No quiere que sean oyentes pasivos. La fe requiere comprensión y asimilación. Esto nos invita a no conformarnos con una fe superficial, sino a estudiar, a preguntar y a profundizar en las enseñanzas de Jesús.
Integrar lo Viejo y lo Nuevo: "Todo escriba convertido en discípulo... saca de sus tesoros cosas nuevas y cosas viejas". El verdadero maestro y el creyente maduro no desechan el pasado (lo "viejo" de la revelación del Antiguo Testamento y la tradición), sino que saben interpretarlo a la luz de la novedad radical de Cristo (lo "nuevo"). Es un llamado a una fe que integra toda la historia de la salvación, viendo cómo el Antiguo Testamento prepara y se ilumina con el Nuevo.
Esta parábola final nos da una visión completa: nos llama a la paciencia y a la misericordia dentro de una Iglesia imperfecta, nos advierte sobre la seriedad del juicio final, y nos anima a ser discípulos que profundizan en su comprensión, sabiendo sacar de la rica tradición de la fe "cosas nuevas y cosas viejas" para alimentar nuestra vida y la de los demás.
Preguntas para la reflexión
¿Cómo me ayuda la imagen de la "red con toda clase de peces" a ser más paciente y misericordioso/a con las imperfecciones de mi comunidad de fe y con las mías propias?
¿La certeza del juicio final me produce miedo, o me da esperanza en que la justicia de Dios finalmente prevalecerá y me motiva a una vida más santa?
¿Me esfuerzo por "comprender" las enseñanzas de Jesús, o me conformo con una fe superficial? ¿Qué hago para profundizar mi conocimiento?
¿De qué manera puedo yo, en mi vida, sacar de mi "tesoro" de fe "cosas nuevas y cosas viejas", es decir, integrar la riqueza de la tradición con la novedad del Espíritu en mi situación actual?
Si el tiempo de la Iglesia es el "tiempo de la pesca", ¿cómo estoy yo colaborando con los "pescadores" para extender la "red" del Reino de Dios?
Oración
Señor Jesús, que con tus parábolas nos revelas los misterios del Reino, te damos gracias por llamarnos a formar parte de tu Iglesia, esa red que recoge a buenos y malos. Danos un corazón paciente y misericordioso para convivir con las imperfecciones de nuestros hermanos. Que la certeza del juicio final nos mueva a una conversión constante, y que nos convirtamos en discípulos sabios que sepan sacar de los tesoros de la fe cosas nuevas y viejas para la edificación de tu Reino. Amén.