3.12-Envía a apóstoles a predicar

“Proclamen que el Reino de los Cielos está cerca” 

Contexto 

Jesús Peregrino, reclutó a un grupo de discípulos de distintas procedencias, les enseñó una nueva forma de vivir, basada en el amor, el perdón y el servicio para ser felices y tener vida plena y eterna. Le ven como satisface las necesidades convirtiendo el agua en vino en una boda en Caná. Constatan su indignación cuando comprueba que en el templo del Padre Dios la religión de la época lo ha convertido en un lugar de comercio. Les calma el miedo a la muerte en medio de una tormenta en el lago y luego les enseña que con fe lo imposible se puede hacer realidad, incluso permitiendo que Pedro pudiera dar algunos pasos sobre el agua.

Así se ha iniciado el comienzo de la misión de Jesús. Se trata de anunciar que el sueño de Dios en el mundo comience a ser una realidad. Que el Reino de Dios se extienda por los distintos rincones de la creación. Es necesario que todos modifiquen sus prioridades. Que vuelvan su mirada hacia los valores de Dios, dejando de lado el ego que tortura a la humanidad con egoísmos, individualismos, injusticias y sentimientos de venganza y desamor. 

En el sermón del monte les enseñó detalles de esta nueva forma de vivir. Pero ahora es necesario que a más personas les llegue este mensaje. Es el modo de proceder, es el estilo de liderazgo de Jesús. Convocar, eligiendo a los más adecuados, para luego enseñarles la forma de comunicar el mensaje y luego es necesario que se desplieguen por muchas partes.

Ha llegado el momento de que este grupo de seguidores comience a multiplicar la misión de Jesús. Contemplaremos ahora el envío que Jesús les hace, como les instruye detalladamente de lo que han de hacer, donde y como llevar a cabo este trabajo.

Contemplemos este momento de envío a los primeros misioneros, peregrinos por los distintos pueblos llevando el mensaje de paz y que ha seguido multiplicándose por los siglos de los siglos hasta ahora en que nos corresponde a nosotros seguir con esta misión. 

Oración Inicial.

Señor, en respuesta a tu infinito amor, te ofrezco este momento de oración. Que todo lo que reflexione, decida y planifique, esté solamente
orientado a unirme a Ti y a vivir contigo, amando, perdonando y sirviendo en tu nombre. Que así sea. 

Gracia a pedir

Pedimos la gracia de sentirnos enviados personalmente por Jesús a seguir llevando a cabo la misión de anunciar el Reino de Dios a todos los pueblos de la tierra.

Textos.

Mateo 10,1-16

Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.

Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones:

'No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.

Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.

No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.

Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes.

Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.

Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas.

 

Marcos 7,1-13

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas.

Les dijo: 'Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos'.

Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

Puntos. EE:   [280]

Centraremos nuestra contemplación en estos tres puntos de los Ejercicios Espirituales sugeridos por San Ignacio de Loyola:


Primero: Cristo llama a sus amados discípulos, y les da potestad de echar los demonios de los cuerpos humanos y curar todas las enfermedades.

Segundo: Les adoctrina sobre la prudencia y paciencia: “Mirad que os envío a vosotros como ovejas en medio de los lobos; por tanto, sed prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.”

Tercero: Les dice el modo de ir: “No queráis poseer oro ni plata; lo que gratuitamente recibís, dadlo gratuitamente”; y les dio materia para predicar: “Id y predicad, diciendo: Ya se ha acercado el reino de los cielos.”

Contemplación. 

 Nos imaginamos que somos uno más en la lista de apóstoles, nuestro nombre aparece cuando se detalla a quienes Jesús convoca. Es una mañana hermosa, el sol aparece en el horizonte inundando de luminosidad el paisaje. Algunas nubes adornan el cielo que se tiñe de dorado con los rayos solares.

Jesús en medio de nosotros nos da las últimas instrucciones para lo que ha denominado será nuestra misión. 

Lo primero que nos indica es que nos transfiere poder para expulsar a los malos espíritus. Es que el mayor problema radica en que los espíritus impuros han introducido en muchas personas la cultura del ego. Sentirse poderosos y capaces de lograr todo lo que se proponen y cuando esto cuesta, no dudar en luchar imponiéndose sobre las otras personas. Mientras más poder se tenga, más se logrará vencer a los otros. El dinero ayuda mucho para esto y los espíritus malignos han introducido un afán de buscar y acumular riquezas, sin importar la desproporción sobre otros. Poder y riquezas son pilares del mensaje del demonio. A esto le agrega un afán de ser famosos, admirados, que todos les rindan pleitesía. Y sobre estos tres anti - valores, se generan los distintos vicios que atormentan a tanta gente. La envidia, el desprecio, la arrogancia, la intolerancia, la competitividad, el rencor y tantos otros. A estos demonios nos invita Jesús que expulsemos de las personas y nos da poderes para ello. 

Luego nos comunica que la primera prioridad está en los más cercanos. No partir lejos en las regiones paganas. Es una invitación a partir por los más cercanos. Por nuestras familias, por nuestras pequeñas comunidades, por nuestros amigos más íntimos. Por las personas con quienes trabajamos. Luego seguir ampliando con nuestro barrio, vecindad o población. Y así como anillos con céntricos ir ampliando a toda la creación.

El tema de nuestro anuncio ha de ser el Reino de Dios. Sus valores, ese estilo de vida que nos enseñó Jesús en el sermón del monte. Nuestro mensaje ha de ser de esperanza y felicidad para los más débiles y desposeídos, para los que viven angustiados, llorando. Hemos de convocar a los que tienen hambre y sed de justicia, por los sedientos, hambrientos, por los que se sienten atados para que se liberen.

Nos advierte a que no debemos de hacer de esto un negocio lucrativo porque no se nos ha cobrado nada para elegirnos e instruirnos, por los que nuestro trabajo misionero ha de ser gratuito y solo aceptar el alojamiento necesario para vivir.

Luego nos anima a partir ya. No es necesario hacernos de provisiones, podemos partir con lo que tenemos, ligeros de equipaje. No es necesario esperar tener dinero aprovisionado ni bienes. Recibiremos lo que se necesite durante el trabajo.

Finalmente nos invita a que en cada casa o pueblo donde lleguemos, nuestro mensaje sea de invocación de la paz en ese lugar. Lo que más falta, producto de la acción del espíritu del egoísmo es paz. Todos los vicios llevan a la inquietud, a la desesperación a una acción desenfrenada.  Partamos con quienes nos quieran invocar a silenciar los gritos de la hiper actividad, a calmarnos, a que decante las aguas. Invitarlos a un silencio contemplativo, centrándonos en el presente. Dejando de lado por un momento las angustias del pasado y las incertidumbres del futuro. Significa esto, invitar a vivir la experiencia del aquí y del ahora hasta lograr que llegue la paz. Solo así podremos conversar del Reino de Dios. Paz es la palabra clave para comenzar. Si nos aceptan y llega la paz a esa casa o ciudad, habremos extendido un poquito el Reino. El resto lo seguirán haciendo sus moradores, en paz, con paz, multiplicando la paz.

Si en alguna parte no nos quieren recibir, no insistir. Todo a su tiempo, ya llegará el momento para ellos. Si no quieren la paz y prefieren las tensiones, las amarguras que lleva a la violencia y la desesperación, puede que todavía no sea su momento. El mensaje de la paz requiere que los receptores acojan al mensajero. Los peregrinos misioneros tienen muchos más lugares donde ir a proseguir con su trabajo. Así que, no desesperar. En paz seguir nuestro camino en otra casa o ciudad es lo que Jesús nos instruye.

Por último, nos advierte que habrá quienes no les gustará que estemos en este trabajo de extender el Reino del amor. Serán como lobos asechando en el camino y nosotros les pareceremos ovejas para devorar. Entonces conscientes de aquello debemos actuar con astucia, pero con sencillez. Confiados en que estamos siendo enviados por Dios, pero atentos a poner todo de nuestra parte para no ser sorprendidos ingenuamente. Con fuerza y convicción, pero cuidando de no caer en la trampa del maligno. Nuestra misión es de servicio de entrega, no ganamos nada personal. Que no vayamos a caer también con la trampa del ego. Si todo resulta bien, Gloria a Dios, porque por Él lo hacemos y no es para nuestro provecho, sino que para mayor gloria de Dios y para que nuestros hermanos y hermanas puedan ser felices y tener vida en plenitud.

Y partimos, de a dos, a comenzar ahora nuestro peregrinar anunciando el Reino de Dios, enviados por el Peregrino, nuestro maestro, nuestro líder, nuestro Señor: Jesús.

Reflexión personal.

Jesús nos llama junto a sus otros discípulos. Nos ha elegido para esta misión de anunciar el Reino. A nosotros, con nuestra historia, con nuestras fragilidades y nuestras fortalezas. ¿Qué sentimos ante esta misión, este privilegio con que Jesús nos trata? … comentémosle lo que sentimos, en una oración que nos brote desde nuestros sentimientos más profundos.

Nos envía con el poder de expulsar demonios. ¿A quiénes reconocemos como poseídos por espíritus impuros que tenemos que ayudar para que sean expulsados de sus vidas? … No nos quedemos con las figuras clásicas de exorcismos, vayamos a la vida cotidiana en nuestro entorno cercano. Son demonios, los que provocan que personas cercanas a nosotros sufran, víctimas de envidiar lo que otros tienen, viven sin poder perdonar y los rencores les provocan infelicidad. Se esfuerzan por ganarle a otros y ante las derrotas se amargan y se sienten fracasados. Quieren poseerlo todo, imponerse a todos, que el mundo funcione como ellos o ellas creen que debe ser. Sufren por su arrogancia e intolerancia que no les permite pronunciar internamente la palabra paz. Conocemos a personas que tienen alguna o varias de estas características. Ellos están poseídos por espíritus impuros. Recordemos sus nombres, traigámoslos a nuestra oración. … Se los presentamos al Señor y le pedimos ayuda para encontrar la forma de que podamos expulsar esos demonios … ¿cómo? … ¿qué podemos hacer por ellos y ellas?

Jesús envía primero a los más cercanos. Repasemos nuestro entorno íntimo. Nuestra familia, nuestra comunidad pequeña … ¿A quiénes deberemos visitar? … ¿quiénes necesitan conocer el mensaje de Jesús? … Luego ampliemos el espectro a nuestras amistades, a las personas con quienes nos relacionamos cotidianamente en nuestros trabajos o estudios, con nuestra vecindad cercana a la casa donde vivimos. ¿quiénes allí necesitan esta nueva forma de mirar la vida? … Sigamos ampliando el círculo con nuestro barrio, ciudad y finalmente el país ye l mundo. Tomamos conciencia que los primeros han de ser los más cercanos. Hagamos la lista de estos “pueblos” a donde nos envía y se los presentamos a Jesús.

Recordando el Sermón del Monte. ¿Qué de allí puede ser el centro de nuestra oferta a quienes nos quieran escuchar? … ¿Con qué valores enseñados por Jesús, poniéndolos en práctica y viviendo consecuentemente, podemos predicar con el ejemplo y no con palabras? … ubiquemos los temas centrales que llevarán felicidad, plenitud y paz a quienes vamos en misión.

Jesús instruye en cuanto a que donde lleguemos hay que ofrecer la paz. ¿Cómo hacerlo? … ¿Cuál será la forma que nos nace de proceder para que nuestra forma de ingresar sea una invocación de paz? … ¿Cómo hacerlo en concreto para ser escuchados?

...

Coloquio. 

En una oración sencilla y personal, le contamos a Jesús lo que sentimos ante este envío en misión. Nuestras aprensiones, nuestras dudas y también nuestra confianza en cuanto a que  si Él nos envía, lo haremos bien, porque su presencia nos ayudará a llevar a cabo la misión.

Examen de la oración

Para compartir grupal
En el grupo podríamos responder a las siguientes preguntas