Lucas 9,18-22
"¿Quién Soy Yo? La Confesión de Pedro y el Anuncio de la Pasión"
“18 Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». 19 Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado». 20 «Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?». Tomando la palabra, Pedro respondió: «Tú eres el Mesías de Dios». 21 Pero él les ordenó enérgicamente que no dijeran esto a nadie, 22 y agregó: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».”
Contexto
Este pasaje es un punto de inflexión crucial en el Evangelio de Lucas. Jesús ha estado realizando milagros y enseñando, y la gente se ha formado diversas opiniones sobre Él. Ahora, en un momento de intimidad, después de haber orado, Jesús quiere llevar a sus discípulos a una comprensión más profunda de su identidad. La confesión de Pedro marca la cima de la primera parte del ministerio de Jesús. Inmediatamente después de esta confesión, Jesús introduce por primera vez un tema nuevo y escandaloso: la necesidad de su pasión, muerte y resurrección.
Tema Central
El tema central tiene dos partes inseparables que se iluminan mutuamente: 1) La revelación de la verdadera identidad de Jesús como "el Mesías de Dios", confesada por Pedro en nombre de los Doce. 2) La redefinición de la naturaleza de ese mesianismo: no será un mesianismo de poder político y triunfo terrenal, como esperaba la mayoría, sino un mesianismo sufriente, que pasa necesariamente por el rechazo, la muerte y la resurrección.
Aplicación a nuestra actualidad
Este diálogo entre Jesús y sus discípulos es fundamental para nuestra propia fe, ya que nos confronta con las mismas preguntas y realidades:
La Oración como Preludio de la Revelación: "Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él...". Lucas, de manera especial, destaca que los momentos más importantes del ministerio de Jesús están precedidos por la oración. La revelación y el discernimiento nacen de la intimidad con el Padre. También para nosotros, la comprensión profunda de quién es Jesús se da en el contexto de la oración.
De la Opinión Popular a la Confesión Personal: Jesús primero pregunta por lo que "la gente" dice de Él. Las opiniones son variadas y, aunque lo consideran un gran profeta, no captan su verdadera identidad. Luego, Jesús hace la pregunta personal y directa: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy?". Esta pregunta trasciende la opinión y exige una confesión personal, un compromiso de fe. No basta con saber lo que otros dicen de Jesús; cada uno de nosotros debe responder a esa pregunta desde el corazón.
La Confesión Fundamental: "Tú eres el Mesías de Dios". La confesión de Pedro es la roca sobre la que se construye la fe de la Iglesia. Reconocer a Jesús como el Mesías, el Ungido, el enviado de Dios para la salvación, es el centro de nuestra fe.
El Secreto Mesiánico y el Escándalo de la Cruz: Jesús les ordena que no lo divulguen. ¿Por qué? Porque la gente (y los propios discípulos) tenía una idea equivocada del Mesías. Antes de que pudieran proclamarlo, necesitaban entender el tipo de Mesías que era. Por eso, inmediatamente, Jesús les revela el "secreto": su camino pasa por el sufrimiento, el rechazo y la muerte. Esta es la parte más difícil de aceptar del Evangelio, tanto para los primeros discípulos como para nosotros.
Unir el Título a la Misión: No podemos separar el título de "Mesías de Dios" de la misión del "Hijo del hombre que debe sufrir mucho". Aceptar a Jesús es aceptar todo su misterio: su divinidad y su gloria, pero también su cruz y su aparente fracaso. A menudo, queremos un Cristo de gloria sin la cruz, un cristianismo de consuelos sin sacrificios. Jesús nos enseña que ambos son inseparables.
Este pasaje es una invitación a profundizar en nuestra fe. Nos llama a pasar de una simple "opinión" sobre Jesús a una "confesión" personal y comprometida. Y nos desafía a aceptar la totalidad del misterio de Cristo: no solo al Mesías glorioso, sino también al Siervo sufriente, entendiendo que es a través de su cruz como llega a la gloria de la resurrección, y es a través de nuestra propia cruz como participamos de su vida.
Preguntas para la reflexión
Si Jesús me preguntara hoy: "Y tú, ¿quién dices que soy?", ¿cuál sería mi respuesta desde lo más profundo de mi corazón, más allá de las fórmulas aprendidas?
¿Mi fe en Jesús se basa en lo que "la gente dice", en la tradición, o en una convicción personal nacida de mi encuentro con Él?
¿Cómo reacciono ante el "anuncio de la Pasión" en mi propia vida? ¿Acepto el sufrimiento y la cruz como parte del camino del discipulado, o intento evitarlos a toda costa?
¿Entiendo que no puedo separar la confesión "Tú eres el Mesías" del camino del "Hijo del hombre que debe sufrir"? ¿Cómo integro ambas realidades en mi fe?
¿De qué manera puedo yo hoy ayudar a otros a pasar de tener simples "opiniones" sobre Jesús a una verdadera "confesión" de fe en Él como el Mesías de Dios?
Oración
Señor Jesús, que en la intimidad de la oración te revelaste a tus discípulos como el Mesías de Dios. Te confesamos también nosotros como nuestro Señor y Salvador. Líbranos de las ideas equivocadas sobre Ti y ayúdanos a aceptar la totalidad de tu misterio: tu gloria y tu cruz. Que, al reconocer que tu camino hacia la resurrección pasó por el sufrimiento, no temamos abrazar nuestras propias cruces y seguirte con fidelidad todos los días de nuestra vida. Amén.