Esdras 9,5-9
"La Oración de Esdras: Confesión Humilde y la Esperanza en el 'Resto' de Dios"
“5 A la hora de la ofrenda de la tarde, yo, Esdras, salí de mi postración y, con las vestiduras y el manto rasgados, caí de rodillas, extendí mis manos hacia el Señor, mi Dios, 6 y exclamé: «¡Dios mío, estoy tan avergonzado y confundido que no me atrevo a levantar mi rostro hacia ti! Porque nuestras iniquidades se han multiplicado hasta cubrirnos por completo, y nuestra culpa ha llegado hasta el cielo. 7 Desde los días de nuestros padres hasta el día de hoy, hemos sido muy culpables, y por causa de nuestras iniquidades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes fuimos entregados en manos de los reyes de otros países, a la espada, al cautiverio, al saqueo y a la vergüenza, como nos sucede en el día de hoy. 8 Pero ahora, el Señor, nuestro Dios, nos ha concedido una gracia por un breve instante: él nos ha dejado un resto y nos ha dado un lugar seguro en su Lugar santo; nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un respiro en medio de nuestra esclavitud. 9 Porque somos esclavos, pero nuestro Dios no nos abandonó en nuestra esclavitud, sino que nos granjeó el favor de los reyes de Persia, para que nos diera un respiro, a fin de levantar la Casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y para que tuviéramos un albergue seguro en Judá y en Jerusalén».”
Contexto
Este pasaje es el corazón de la gran oración penitencial de Esdras. Esdras, un sacerdote y escriba experto en la Ley de Moisés, ha llegado a Jerusalén desde Babilonia con la autorización del rey persa Artajerjes para restaurar la vida religiosa de la comunidad que había regresado del exilio. Sin embargo, al llegar, los líderes locales le informan de un grave pecado: muchos israelitas, incluyendo sacerdotes y levitas, se han casado con mujeres de los pueblos paganos vecinos, contrariamente a la Ley y poniendo en peligro la identidad de la alianza del pueblo. La reacción de Esdras es de profundo dolor y consternación (rasga sus vestiduras, se arranca el pelo). Esta oración es su respuesta a Dios ante esta nueva infidelidad.
Tema Central
El tema central es la oración de confesión corporativa de Esdras, quien se identifica plenamente con el pecado del pueblo ("nuestras iniquidades", "nuestra culpa"). Reconoce la justicia del castigo histórico (el exilio) como consecuencia de la infidelidad persistente. Sin embargo, en medio de esta confesión de culpa y vergüenza, Esdras se aferra a la gracia de Dios manifestada en el presente: la supervivencia de un "resto", un "lugar seguro" y un "respiro" en medio de la esclavitud, todo gracias al favor inmerecido de Dios.
Aplicación a nuestra actualidad
La oración de Esdras es un modelo sublime de oración penitencial y de intercesión, y nos enseña lecciones cruciales para nuestra propia vida espiritual y comunitaria:
Identificación con el Pecado Comunitario: "Porque nuestras iniquidades se han multiplicado... nuestra culpa ha llegado...". Esdras, personalmente justo, no se distancia del pecado de su pueblo. No dice "sus iniquidades", sino "nuestras". Se solidariza con la comunidad pecadora y confiesa en su nombre. Esto nos enseña a orar por la Iglesia y por el mundo no como jueces externos, sino como miembros de la misma familia humana y eclesial, reconociendo nuestra propia participación en el misterio del pecado.
Confesión Honesta y sin Excusas: Esdras no intenta minimizar el pecado. Lo reconoce en toda su magnitud ("ha llegado hasta el cielo") y admite que el sufrimiento histórico ha sido una justa consecuencia. La verdadera conversión comienza con una mirada honesta y sin excusas a nuestra propia infidelidad.
La Teología del "Resto": "...él nos ha dejado un resto...". En medio del juicio y de la aparente catástrofe, Dios siempre preserva un "resto" fiel a través del cual continúa su plan de salvación. Esta es una fuente de inmensa esperanza. Incluso cuando la Iglesia o la sociedad parecen estar en ruinas, Dios siempre mantiene una semilla de vida, un pequeño grupo de fieles que son la garantía de un nuevo comienzo.
Aferrarse a los Signos de la Gracia: "...nos ha concedido una gracia por un breve instante... un lugar seguro... ha iluminado nuestros ojos... nos ha dado un respiro...". En medio de su dolor, Esdras es capaz de discernir y de aferrarse a los pequeños signos de la gracia de Dios en el presente. No ve solo el pecado, sino también la misericordia actuante. Es una invitación a que, incluso en nuestros momentos de mayor desolación o de conciencia de pecado, busquemos y nos aferremos a los "respiros" de la gracia que Dios nunca deja de darnos.
Reconocer la Providencia de Dios: Esdras ve el "favor de los reyes de Persia" no como una casualidad política, sino como una acción de Dios. Nos enseña a leer los acontecimientos del mundo con ojos de fe, reconociendo la mano providente de Dios que puede actuar incluso a través de estructuras o personas no creyentes para el bien de su pueblo.
La oración de Esdras es una lección magistral sobre cómo acercarse a Dios desde la conciencia del pecado. Es un camino que pasa por la confesión humilde y solidaria, pero que no se queda en la desesperación, sino que se abre a la gratitud por la gracia presente y a la esperanza en la fidelidad de un Dios que, a pesar de todo, nunca abandona por completo a su pueblo.
Preguntas para la reflexión
¿Cómo puedo yo hoy orar por los pecados de mi "pueblo" (mi comunidad, mi país, la Iglesia) con el mismo espíritu de solidaridad de Esdras, sin considerarme superior o ajeno/a?
¿Soy capaz de reconocer la justicia de Dios en las consecuencias de mis propias faltas y las de mi sociedad, sin rebelarme contra Él?
¿En qué "resto" fiel, en qué "lugar seguro" o "respiro" de la gracia de Dios puedo yo encontrar esperanza hoy, en medio de las dificultades o del pecado que veo a mi alrededor?
¿Dedico tiempo a "iluminar mis ojos", es decir, a pedir a Dios la capacidad de discernir su acción misericordiosa incluso en medio de circunstancias adversas?
¿Reconozco yo la mano providente de Dios en los "favores" o las oportunidades que me llegan a través de personas o estructuras seculares?
Oración
¡Dios mío, a veces me siento tan avergonzado/a que no me atrevo a levantar mi rostro hacia Ti! Reconozco nuestras iniquidades, que han sido muchas a lo largo de nuestra historia. Pero hoy, Señor, me aferro a tu gracia, a la esperanza del "resto" que Tú siempre preservas. Gracias por el respiro que nos das en medio de nuestra esclavitud, por iluminar nuestros ojos y por darnos un albergue seguro en tu Iglesia. No nos abandones, Señor, y completa la obra de restauración que has comenzado en nosotros. Amén.