Salmo 150, 1-6
"¡Aleluya! Que Todo lo que Respira Alabe al Señor"
“1 ¡Aleluya! ¡Alaben a Dios en su Santuario, alábenlo en su majestuoso firmamento! 2 ¡Alábenlo por sus proezas, alábenlo por su inmensa grandeza! 3 ¡Alábenlo con toques de trompeta, alábenlo con el arpa y la cítara! 4 ¡Alábenlo con tambores y danzas, alábenlo con laúdes y flautas! 5 ¡Alábenlo con platillos sonoros, alábenlo con platillos vibrantes! 6 ¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!”
Contexto
El Salmo 150 es el gran final, la doxología culminante de todo el libro de los Salmos. Es el último de los cinco "Salmos Aleluya" (146-150) que cierran el Salterio. Este salmo es una explosión pura de alabanza, una invitación universal e in crescendo a alabar a Dios. No contiene lamentos ni peticiones, solo una exhortación gozosa y sonora a la alabanza, especificando el dónde, el porqué, el cómo y, finalmente, el quién debe alabar.
Tema Central
El tema central es una llamada universal a una alabanza total y sin reservas a Dios. La estructura del salmo responde a cuatro preguntas:
¿Dónde alabar? En todas partes: en su Santuario terrenal y en su firmamento celestial.
¿Por qué alabar? Por sus obras poderosas ("sus proezas") y por su ser mismo ("su inmensa grandeza").
¿Cómo alabar? Con todos los instrumentos musicales posibles, desde los más solemnes (trompeta) hasta los más festivos (tambores y danzas) y los más ruidosos (platillos), involucrando todo el ser.
¿Quién debe alabar? La respuesta es universal y definitiva: "¡Que todo lo que respira alabe al Señor!".
Aplicación a nuestra actualidad
Este salmo es la expresión más pura de la vocación fundamental de toda la creación: la alabanza. Nos ofrece una visión inspiradora de cómo debe ser nuestra adoración:
Alabanza sin Límites de Espacio: "En su Santuario... en su majestuoso firmamento". La alabanza a Dios no está confinada a los edificios de las iglesias. Se le debe alabar en el lugar sagrado del culto comunitario, pero también en el "santuario" de la creación, bajo el "firmamento majestuoso". Toda la realidad es lugar para la alabanza.
Alabanza por las Obras y por el Ser de Dios: "Por sus proezas... por su inmensa grandeza". Alabamos a Dios por lo que hace (sus actos salvadores en la historia y en nuestra vida) y por lo que es (su grandeza infinita, su bondad, su santidad). Nuestra oración de alabanza debe incluir ambas dimensiones.
Alabanza con Toda Nuestra Expresividad: La lista de instrumentos y la mención de las danzas nos invitan a una alabanza que no sea puramente mental o verbal. Debemos usar toda nuestra creatividad, nuestro arte, nuestro cuerpo, nuestras emociones para expresar nuestro amor y nuestra gratitud a Dios. Es una liberación de una religiosidad demasiado rígida o inhibida.
La Vocación Universal a la Alabanza: "¡Que todo lo que respira alabe al Señor!". Esta es la conclusión grandiosa de todo el Salterio. La alabanza no es una opción para algunos, sino la vocación inherente a todo ser vivo. Si respiramos, si tenemos el don de la vida, estamos llamados a usar ese aliento para alabar a nuestro Creador. Es el propósito último de nuestra existencia.
Aleluya como Principio y Fin: El salmo comienza y termina con "¡Aleluya!" ("¡Alaben al Señor!"). Enmarca toda la existencia en una actitud de alabanza. La vida del creyente debe comenzar y terminar con la alabanza en los labios.
El Salmo 150 es una invitación a la fiesta, a la celebración, a la alegría desbordante. Es el culmen de 149 salmos que han expresado toda la gama de emociones humanas: lamento, ira, duda, súplica, confianza. Pero al final, todo desemboca en la alabanza pura. Nos enseña que, a pesar de todo, la última palabra en nuestra relación con Dios debe ser la alabanza gozosa.
Preguntas para la reflexión
¿De qué manera puedo yo hoy alabar a Dios tanto en su "Santuario" (en la iglesia, en la comunidad) como en su "firmamento" (en medio de la naturaleza, en mi vida cotidiana)?
¿Por qué "proezas" y por qué aspectos de la "inmensa grandeza" de Dios siento un impulso especial de alabarlo hoy?
¿Cómo puedo yo expresar mi alabanza a Dios de una manera más total, utilizando no solo mis palabras, sino también mi creatividad, mi cuerpo y mis emociones?
¿Soy consciente de que el simple hecho de "respirar" es un llamado a alabar al Señor? ¿Cómo puedo hacer de mi vida un "Aleluya" más constante?
¿Qué me impide a menudo unirme a esta explosión de alabanza gozosa que propone el salmo? ¿Qué tristezas o preocupaciones necesito entregar a Dios para que Él las transforme en alabanza?
Oración
¡Aleluya! Te alabamos, Señor, en tu Santuario y en tu majestuoso firmamento. Te alabamos por tus proezas y por tu inmensa grandeza. Que todo nuestro ser, con todos nuestros dones, se una al coro universal de la creación. Que te alabemos con la música de nuestra vida, con la danza de nuestra alegría y con el sonido vibrante de nuestro corazón. Que todo lo que en nosotros respira te alabe, Señor. ¡Aleluya! Amén.