Mateo 22,34-40
"El Gran Mandamiento: Amar a Dios y al Prójimo como a Uno Mismo"
“34 Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en grupo, 35 y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: 36 «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?». 37 Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. 38 Este es el más grande y el primer mandamiento. 39 El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas».”
Contexto
Este pasaje se sitúa en la última semana del ministerio de Jesús en Jerusalén, durante una serie de controversias con los diferentes grupos de líderes religiosos que intentan ponerlo a prueba. Jesús acaba de silenciar a los saduceos con su respuesta sobre la resurrección. Ahora, los fariseos, sus principales oponentes, se reagrupan y envían a un experto en la Ley para plantearle una pregunta clásica del debate rabínico: ¿cuál de los 613 mandamientos de la Torá es el más importante? La intención es, una vez más, "ponerlo a prueba".
Tema Central
El tema central es la respuesta de Jesús, que sintetiza toda la Ley y la enseñanza de los Profetas en dos mandamientos inseparables: el amor total a Dios y el amor al prójimo como a uno mismo. Jesús une dos citas del Antiguo Testamento (Deuteronomio 6,5 y Levítico 19,18) y las presenta como el núcleo y el fundamento de toda la revelación divina. No solo responde a la pregunta, sino que revela la esencia misma de la voluntad de Dios.
Aplicación a nuestra actualidad
La respuesta de Jesús es el corazón de la moral cristiana y una guía fundamental y perenne para nuestra vida:
El Amor a Dios: Total y Absoluto: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu". El amor a Dios no es un sentimiento vago ni una obligación parcial. Exige una entrega total de todo nuestro ser: el "corazón" (nuestro centro afectivo y de decisión), el "alma" (nuestra vida, nuestro ser), y el "espíritu" (nuestra mente, nuestro intelecto). Es una llamada a una relación de amor exclusiva y que lo abarca todo.
El Amor al Prójimo como Medida: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Este segundo mandamiento es "semejante" al primero, es decir, está al mismo nivel y es inseparable de él. El amor a Dios, si es auténtico, se verifica y se manifiesta en el amor al prójimo. La medida de este amor es el "como a ti mismo": desear para el otro el mismo bien, el mismo respeto y la misma dignidad que deseamos para nosotros. Esto implica un sano amor propio como punto de referencia.
La Inseparabilidad de los Dos Amores: La genialidad de Jesús es unir estos dos mandamientos. No se puede amar verdaderamente a Dios si se desprecia al prójimo, y no se puede amar plenamente al prójimo si no se le ama desde la fuente de todo amor, que es Dios (cf. 1 Juan 4,20). Son las dos caras de la misma moneda.
El Resumen de Toda la Revelación: "De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas". Jesús nos da la clave de interpretación de toda la Escritura y de toda la vida cristiana. Cualquier ley, norma, doctrina o práctica religiosa debe ser interpretada y juzgada a la luz de este doble mandamiento del amor. Si una práctica religiosa nos lleva a amar menos a Dios o al prójimo, está siendo malinterpretada o mal vivida.
Un Examen de Conciencia Diario: Esta enseñanza de Jesús es el examen de conciencia más simple y más profundo que podemos hacernos cada día: ¿He amado hoy a Dios con todo mi ser? ¿He amado a mi prójimo como a mí mismo?
Este pasaje nos llama a simplificar y a profundizar nuestra vida espiritual, centrándola no en una multitud de reglas, sino en la práctica creciente de este doble amor. Es un llamado a una vida de adoración a Dios que se traduce en un servicio concreto y compasivo a cada persona que encontramos en nuestro camino.
Preguntas para la reflexión
¿Qué significa para mí hoy amar a Dios "con todo mi corazón, con toda mi alma y con todo mi espíritu"? ¿Hay áreas de mi ser que todavía no le he entregado por completo?
¿Quién es mi "prójimo" hoy? ¿Cómo se manifiesta concretamente mi amor hacia él/ella? ¿Lo amo "como a mí mismo/a"?
¿Veo el amor a Dios y el amor al prójimo como dos mandamientos inseparables, o tiendo a veces a priorizar uno descuidando el otro?
¿Cómo puedo yo utilizar este "gran mandamiento" como clave para interpretar las normas de la Iglesia o las exigencias de la vida cristiana, asegurándome de que todo lo que hago me lleve a amar más?
¿Qué paso concreto puedo dar esta semana para crecer en el amor a Dios o en el amor al prójimo?
Oración
Maestro, que nos has revelado la esencia de toda la Ley en el doble mandamiento del amor. Danos la gracia de amarte a Ti, nuestro Dios, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todo nuestro espíritu, por encima de todas las cosas. Y que este amor se manifieste en un amor sincero a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Que toda nuestra vida penda de estos dos mandamientos, para que así podamos cumplir tu voluntad y alcanzar la vida eterna. Amén.