Tobías 13, 2-5, 8
"El Cántico de Tobit: Alabanza al Dios que Castiga y Salva"
“2 ¡Bendito sea Dios, que vive eternamente, y bendito sea su Reino! 3 Porque él castiga y tiene compasión, hace bajar hasta el Abismo y saca de la gran Perdición. Nadie puede escapar de su mano. 4 ¡Denle gracias, israelitas, delante de las naciones, porque él los dispersó en medio de ellas, 5 pero allí les ha mostrado su grandeza! Exáltenlo delante de todos los vivientes, porque él es nuestro Señor y nuestro Dios, nuestro Padre y el Dios de todos los siglos... 8 Por mi parte, yo le doy gracias en el país de mi destierro y muestro su fuerza y su grandeza a una nación de pecadores. ¡Conviértanse, pecadores, y practiquen la justicia en su presencia, seguros de que él les mostrará su misericordia!».”
Contexto
Este pasaje forma parte del "Cántico de Tobit", una larga oración de alabanza que Tobit, ya anciano y después de haber recuperado la vista milagrosamente, entona. Se encuentra en el libro de Tobías, uno de los libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento. Tobit ha vivido la mayor parte de su vida como un exiliado judío fiel en Nínive (Asiria), y su cántico es una reflexión profunda sobre la acción de Dios en la historia de su pueblo y en su propia vida. Es una oración que nace de la experiencia del sufrimiento y de la salvación.
Tema Central
El tema central de estos versículos es la alabanza al Dios soberano, cuyo Reino es eterno y cuya acción en la historia es una mezcla paradójica de juicio y misericordia. Dios "castiga y tiene compasión", "dispersa" pero también "muestra su grandeza" en el exilio. La experiencia del exilio se reinterpreta no solo como un castigo, sino como una oportunidad para dar testimonio de la grandeza de Dios a las naciones paganas. El cántico culmina con una llamada a la conversión dirigida a los pecadores, basada en la confianza en la misericordia de Dios.
Aplicación a nuestra actualidad
El cántico de Tobit nos ofrece una perspectiva madura y llena de fe para interpretar las pruebas de nuestra propia vida:
Bendecir a Dios en Todo Tiempo: "¡Bendito sea Dios, que vive eternamente...!". La oración comienza con la bendición. Es la actitud fundamental del creyente, que reconoce la soberanía de Dios independientemente de las circunstancias.
La Doble Acción de Dios: Castigo y Compasión: "Él castiga y tiene compasión, hace bajar hasta el Abismo y saca de la gran Perdición". Tobit no tiene una visión ingenua de Dios. Reconoce que el pecado tiene consecuencias y que Dios, en su justicia, permite la "disciplina" o el "castigo" (como un padre corrige a su hijo). Pero inmediatamente afirma que la acción última de Dios es siempre la compasión, la salvación, el "sacar del Abismo". Esta visión nos ayuda a encontrar sentido en las pruebas, viéndolas no como un abandono, sino como un posible camino de purificación que conduce a una salvación mayor.
El Exilio como Misión: "¡Denle gracias, israelitas, delante de las naciones, porque él los dispersó en medio de ellas, pero allí les ha mostrado su grandeza!". Esta es una relectura teológica asombrosa. El exilio, la mayor tragedia nacional de Israel, es visto no solo como un castigo, sino como una oportunidad misionera. Es precisamente "en el país del destierro" donde pueden dar testimonio de la fuerza y la grandeza del verdadero Dios. También nuestras situaciones de "exilio" (momentos de soledad, de estar en un ambiente hostil a la fe, de crisis) pueden ser el lugar privilegiado donde Dios nos llama a ser sus testigos.
Llamada a la Conversión: "¡Conviértanse, pecadores, y practiquen la justicia en su presencia...!". El testimonio no es solo de palabra. Después de hablar de la grandeza de Dios, Tobit se dirige a los "pecadores" (y se incluye a sí mismo, como parte de la nación pecadora) con una llamada a la conversión, a un cambio de vida, a la práctica de la justicia. La verdadera alabanza a Dios va unida a una vida coherente.
Confianza en la Misericordia: La llamada a la conversión se basa en la certeza de que Dios "les mostrará su misericordia". La conversión no es un esfuerzo para "ganarse" el favor de Dios, sino la respuesta confiada a un Dios que ya está dispuesto a ser misericordioso.
El cántico de Tobit es una oración de una fe probada en el fuego del sufrimiento y del exilio. Nos enseña a ver la mano de Dios tanto en su justicia como en su misericordia, a transformar nuestras pruebas en oportunidades de testimonio, y a fundamentar nuestra vida en una alabanza constante y en una llamada a la conversión, confiando siempre en la misericordia final de Dios.
Preguntas para la reflexión
¿Soy capaz de "bendecir a Dios" tanto cuando "castiga" (me corrige, me purifica) como cuando "tiene compasión"?
¿Hay alguna situación de "exilio" en mi vida (un trabajo difícil, un entorno hostil, una enfermedad) que pueda yo empezar a ver como una oportunidad para "mostrar la grandeza de Dios"?
¿De qué manera puedo yo hoy "dar gracias a Dios delante de las naciones", es decir, dar un testimonio público y gozoso de mi fe?
¿Mi alabanza a Dios va acompañada de una llamada personal y comunitaria a la "conversión" y a la "práctica de la justicia"?
¿Mi confianza en la "misericordia" de Dios es lo suficientemente fuerte como para animarme a mí mismo/a y a otros a convertirnos?
Oración
¡Bendito seas, Señor, Dios eterno, y bendito sea tu Reino! Porque Tú castigas con justicia y tienes compasión con ternura; haces bajar hasta el abismo del sufrimiento, pero también nos sacas de la gran perdición. Ayúdanos a ver nuestras pruebas y nuestros exilios como oportunidades para darte gracias y para mostrar tu grandeza a un mundo que no te conoce. Que, confiando en tu inmensa misericordia, nos convirtamos a Ti cada día y practiquemos la justicia en tu presencia. Amén.