Malaquías 3, 13-20a
"El Diálogo de la Duda: ¿De qué Sirve Servir a Dios?"
“13 Ustedes profieren palabras insolentes contra mí, dice el Señor, y todavía preguntan: «¿Qué hemos dicho contra ti?». 14 Ustedes dicen: «Es inútil servir a Dios. ¿Qué hemos ganado con observar sus mandamientos y con andar de duelo delante del Señor de los ejércitos? 15 Por eso, ahora felicitamos a los arrogantes: ¡prosperan los que hacen el mal; desafían a Dios, y no les pasa nada!». 16 Entonces se hablaron unos a otros los que temen al Señor. El Señor prestó atención y escuchó: ante él se escribió un libro, un memorial en favor de los que temen al Señor y respetan su Nombre. 17 Ellos serán mi propiedad exclusiva –dice el Señor de los ejércitos– en el Día que yo preparo. Yo seré indulgente con ellos, como un padre es indulgente con el hijo que lo sirve. 18 Entonces ustedes volverán a ver la diferencia entre el justo y el malvado, entre el que sirve a Dios y el que no lo sirve. 19 Porque llega el Día, ardiente como un horno. Todos los arrogantes y los que hacen el mal serán como paja; el Día que llega los consumirá –dice el Señor de los ejércitos– hasta no dejarles raíz ni rama. 20a Pero para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia que trae la salvación en sus rayos.”
Contexto
El libro de Malaquías, el último de los profetas del Antiguo Testamento, se sitúa en el período posterior al exilio, probablemente en el siglo V a.C. La comunidad ha regresado a Judá, el Templo ha sido reconstruido, pero el entusiasmo inicial se ha enfriado, dando paso a la apatía religiosa, al escepticismo y a la corrupción en el culto. El libro está estructurado como una serie de disputas o diálogos en los que Dios, a través del profeta, acusa al pueblo de una falta, el pueblo niega la acusación, y Dios presenta las pruebas. Este pasaje es la sexta y última de estas disputas.
Tema Central
El tema central es el diálogo entre el cinismo y el desánimo de una parte del pueblo y la respuesta de promesa y justicia de Dios. Los escépticos se quejan de que servir a Dios no tiene ninguna recompensa visible, ya que los arrogantes y malvados prosperan impunemente. En contraste, Dios revela que Él sí toma nota de los que le son fieles ("los que temen al Señor"), los inscribe en un "libro memorial" y los reclama como su "propiedad exclusiva". Les asegura que en el "Día del Señor" futuro, la diferencia entre el justo y el malvado será evidente. Este Día será de juicio destructor para los soberbios, pero de sanación y salvación ("sol de justicia") para los fieles.
Aplicación a nuestra actualidad
La queja del pueblo en tiempos de Malaquías es una de las tentaciones más persistentes y actuales de la vida de fe:
La Tentación del Desánimo: "¿De qué sirve servir a Dios?... felicitamos a los arrogantes: ¡prosperan los que hacen el mal...!". Cuando vemos que la injusticia, la corrupción o la inmoralidad parecen triunfar en el mundo, y que a menudo a las personas buenas "les va mal", podemos caer en el cinismo y la duda. Podemos sentir que nuestra fidelidad es inútil. El profeta da voz a esta tentación, mostrando que Dios la conoce y la toma en serio.
El Valor de la Comunidad de Fieles: "Entonces se hablaron unos a otros los que temen al Señor". En medio del desánimo generalizado, los fieles se buscan, se animan y se sostienen mutuamente. Esta es una lección crucial: en tiempos de crisis de fe, la comunidad de creyentes es nuestro soporte vital. No debemos aislarnos.
Dios no Olvida a los Suyos: "El Señor prestó atención y escuchó: ante él se escribió un libro, un memorial...". Esta es una imagen poderosa y consoladora. Dios no es indiferente a nuestra fidelidad. Él "presta atención", "escucha" nuestras conversaciones de fe, y "anota" en su libro a cada uno de los que lo honran. Ningún acto de fidelidad, por pequeño u oculto que sea, se pierde.
La Promesa de Pertenencia y Ternura: "Ellos serán mi propiedad exclusiva... Yo seré indulgente con ellos, como un padre es indulgente con el hijo que lo sirve". A los fieles, Dios les promete una relación de intimidad y ternura paternal. Somos su "tesoro especial".
La Certeza del Juicio y la Justicia Final: "Entonces ustedes volverán a ver la diferencia... llega el Día...". La respuesta de Dios al problema del mal no es una solución inmediata, sino una promesa escatológica. Habrá un "Día del Señor" en que la justicia de Dios se manifestará plenamente. Para los malvados, será un "horno" destructor. Para los fieles, será un "sol de justicia que trae la salvación". Esta esperanza en el juicio final de Dios nos da la paciencia para perseverar en la justicia ahora.
Este pasaje es un inmenso consuelo y un llamado a la perseverancia para todos los que alguna vez se han sentido desanimados por el aparente triunfo del mal. Nos asegura que Dios ve nuestra fidelidad, que nos tiene inscritos en su corazón, y que llegará el día en que su justicia brillará como el sol, trayendo salvación y vindicación a todos los que han esperado en Él.
Preguntas para la reflexión
¿He sentido alguna vez la tentación de pensar que "es inútil servir a Dios" cuando veo que a los malvados les va bien? ¿Cómo he manejado esa duda?
Cuando me siento desanimado/a en mi fe, ¿busco el apoyo y el diálogo con "otros que temen al Señor" en mi comunidad?
¿Me consuela y me motiva la idea de que Dios "presta atención" a mi fidelidad y me tiene anotado/a en su "libro memorial"?
¿Cómo me ayuda la esperanza en el "Día del Señor" y en el "sol de justicia" a perseverar en hacer el bien, aunque no vea los resultados inmediatos?
¿Vivo mi relación con Dios con la confianza de ser su "propiedad exclusiva", sabiendo que Él es indulgente conmigo como un padre con su hijo?
Oración
Señor de los ejércitos, a veces nuestro corazón se desanima al ver prosperar a los arrogantes, y nos preguntamos si es inútil servirte. Presta atención, Señor, y escucha nuestras conversaciones de fe. Inscríbenos en tu libro memorial y recuérdanos que somos tu propiedad exclusiva. Fortalece nuestra esperanza en el Día que Tú preparas, para que no desfallezcamos, y que, al final, el sol de tu justicia brille sobre nosotros, trayéndonos la salvación. Amén.