Salmo 121(120), 1-8
"Levanto mis Ojos a los Montes: El Señor, Guardián de Israel"
“1 Canto de las subidas. Levanto mis ojos a las montañas: ¿de dónde me vendrá la ayuda? 2 La ayuda me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. 3 Él no dejará que tropiece tu pie, ¡tu guardián no duerme! 4 No, no duerme ni dormita el guardián de Israel. 5 El Señor es tu guardián, es la sombra protectora a tu derecha: 6 de día, el sol no te dañará, ni la luna, de noche. 7 El Señor te protegerá de todo mal, él protegerá tu vida. 8 Él te protegerá en la partida y el regreso, desde ahora y para siempre.”
Contexto
El Salmo 121 es el segundo de los "Cánticos de las subidas" (Salmos 120-134). Estas eran canciones que los peregrinos israelitas probablemente cantaban mientras ascendían a Jerusalén para las grandes fiestas. La imagen inicial, "levanto mis ojos a las montañas", evoca el paisaje del viaje hacia la ciudad santa, pero también los peligros que podían acechar en esas colinas. La oración es un diálogo de confianza que se mueve de la pregunta ansiosa del peregrino a una serie de respuestas llenas de certeza y consuelo, probablemente cantadas por un coro o un sacerdote.
Tema Central
El tema central es la confianza absoluta en el Señor como el guardián constante e infalible de su pueblo. Frente a la pregunta ansiosa del peregrino sobre de dónde vendrá la ayuda, la respuesta es clara: del Señor, el Creador todopoderoso. A lo largo del salmo, se repite la idea de Dios como un "guardián" (shomer en hebreo) que no duerme, que protege de todos los peligros (tanto del día como de la noche) y cuya vigilancia abarca toda la vida del fiel ("la partida y el regreso"), en todo tiempo ("desde ahora y para siempre").
Aplicación a nuestra actualidad
Este salmo es una de las oraciones de confianza más poderosas y consoladoras de la Biblia, y nos habla directamente en nuestras propias peregrinaciones de la vida:
La Pregunta de la Angustia: "Levanto mis ojos a las montañas: ¿de dónde me vendrá la ayuda?". Todos, en algún momento, nos hemos sentido como el peregrino: enfrentados a "montañas" de problemas, a desafíos que nos superan, a caminos peligrosos e inciertos. La pregunta "¿de dónde me vendrá la ayuda?" es el grito honesto de un corazón que se siente vulnerable.
La Respuesta de la Fe: "La ayuda me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra". La fe no niega la existencia de los problemas, pero redirige la mirada. En lugar de enfocarse en las montañas del peligro, se enfoca en el Señor, el Creador de esas mismas montañas. Nuestra ayuda no viene de un poder limitado, sino del Creador de todo lo que existe.
Un Guardián que no Duerme: "¡Tu guardián no duerme! No, no duerme ni dormita el guardián de Israel". En un mundo donde las seguridades humanas fallan y donde nosotros mismos nos cansamos y "dormimos", esta es una promesa de una vigilancia ininterrumpida. Mientras nosotros descansamos, mientras pasamos por nuestras "noches" de prueba, Dios permanece despierto, cuidando de nosotros.
Protección Constante y Personal: "El Señor es tu guardián, es la sombra protectora a tu derecha...". La protección de Dios es personal ("tu guardián") y cercana ("a tu derecha", el lugar del protector). Es como una "sombra" que nos alivia del "sol" abrasador de la prueba y nos protege de los "peligros de la luna" (los terrores nocturnos, la ansiedad). Nos asegura una protección total, 24 horas al día.
Una Protección que Abarca Toda la Vida: "Él te protegerá en la partida y el regreso, desde ahora y para siempre". La vigilancia de Dios no es para un momento puntual, sino que cubre todos nuestros movimientos ("partida y regreso"), toda nuestra existencia, en todo tiempo. Es una promesa de compañía y protección para todo el viaje de nuestra vida.
Este salmo es una invitación a desplazar nuestra confianza. En lugar de poner nuestra seguridad en nuestras propias fuerzas o en las seguridades del mundo, estamos llamados a descansar en el cuidado vigilante y todopoderoso de nuestro Guardián celestial. Es una oración perfecta para antes de un viaje, al comenzar un nuevo día, o en cualquier momento de ansiedad o temor.
Preguntas para la reflexión
¿Cuáles son las "montañas" en mi vida que me hacen preguntar con ansiedad: "¿de dónde me vendrá la ayuda?"?
¿Creo realmente que mi ayuda viene del Señor, "que hizo el cielo y la tierra", y no solo de mis propios recursos o de la ayuda humana?
¿Me consuela y me da paz saber que mi "guardián no duerme", que Dios está velando por mí incluso cuando yo no soy consciente?
¿En qué peligros (del "día" o de la "noche") necesito hoy especialmente la "sombra protectora" del Señor?
¿Cómo puedo vivir con mayor confianza y serenidad, sabiendo que el Señor protege "mi partida y mi regreso, desde ahora y para siempre"?
Oración
Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene de Ti, Señor, que hiciste el cielo y la tierra. No permitirás que resbale mi pie, mi guardián no duerme. No duerme ni reposa el guardián de Israel. El Señor es mi guardián y mi sombra, Él está a mi derecha. De día el sol no me hará daño, ni la luna de noche. El Señor me guarda de todo mal, Él guarda mi vida. El Señor guarda mis salidas y entradas, ahora y por siempre. Amén.