2 Timoteo 3,14 – 4,2
"Permanece Fiel a la Escritura y Proclama la Palabra a Tiempo y a Destiempo"
“14 Pero tú permanece fiel a lo que aprendiste y de lo que estás firmemente convencido. Tú sabes de quiénes lo aprendiste. 15 Recuerda que desde la niñez conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, por medio de la fe en Cristo Jesús. 16 Toda la Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, para rebatir, para corregir y para guiar en la justicia. 17 Gracias a ella, el hombre de Dios se encuentra perfectamente equipado para toda obra buena. 4,1 Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino: 2 proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza y exhorta con mucha paciencia y doctrina.”
Contexto
Este pasaje se encuentra en la Segunda Carta a Timoteo, el "testamento espiritual" de San Pablo. El contexto es de suma urgencia. Pablo, desde la prisión y previendo su martirio, está dando sus últimas instrucciones y alientos a su discípulo Timoteo. Acaba de describir los "tiempos difíciles" que vendrán, caracterizados por el egoísmo y la aparición de falsos maestros que apartarán a la gente de la verdad. En contraste con esa inestabilidad, Pablo ahora exhorta a Timoteo a aferrarse a lo que es sólido y seguro: la enseñanza apostólica recibida y las Sagradas Escrituras.
Tema Central
El tema central tiene dos partes inseparables: 1) La exhortación a la perseverancia en la fe, fundamentada en la autoridad y la utilidad de la Sagrada Escritura, que es inspirada por Dios y capaz de dar la sabiduría para la salvación y de equipar al creyente para toda buena obra. 2) Un mandato solemne y urgente a la predicación: "proclama la Palabra", una tarea que debe hacerse con insistencia, paciencia y sana doctrina, con la conciencia de estar actuando bajo la mirada de Cristo Juez.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Pablo a Timoteo son un pilar para la vida de la Iglesia y para la fe personal de cada creyente:
Permanecer en lo Aprendido: "Permanece fiel a lo que aprendiste...". En un mundo de opiniones cambiantes y modas espirituales, Pablo nos llama a la fidelidad a la fe apostólica, a la doctrina que hemos recibido de fuentes fiables ("sabes de quiénes lo aprendiste"). No se trata de un inmovilismo, sino de tener raíces sólidas.
El Poder de la Sagrada Escritura: Pablo hace una de las afirmaciones más importantes sobre la Biblia:
"Puede darte la sabiduría que conduce a la salvación...": La Escritura no es un libro de ciencia o de historia, sino una guía para la salvación, que se encuentra a través de la fe en Cristo Jesús.
"Toda la Escritura está inspirada por Dios...": Creemos que la Biblia es la Palabra de Dios expresada en palabras humanas. Tiene una autoridad divina.
"...y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en la justicia": La Escritura tiene un propósito eminentemente práctico. Es el manual para la vida cristiana. Nos enseña la verdad, nos ayuda a refutar el error, corrige nuestras faltas y nos forma en una vida recta.
Equipados para Toda Obra Buena: La Escritura no es solo para el conocimiento personal, sino que nos "equipa" para la misión, para el servicio, para la "obra buena". ¿Recurro yo a la Escritura para encontrar la guía y la fuerza para mi servicio a los demás?
La Urgencia de la Proclamación: "Yo te conjuro... proclama la Palabra...". La proclamación del Evangelio no es una opción, es un mandato solemne, dado ante la presencia de Dios y de Cristo Juez. Hay una urgencia que nace de la conciencia del juicio final y de la venida del Reino.
A Tiempo y a Destiempo: "...insiste a tiempo y a destiempo...". El evangelizador no puede esperar a que las circunstancias sean siempre favorables. Debe ser perseverante, buscando oportunidades para anunciar el Evangelio tanto cuando es bien recibido ("a tiempo") como cuando parece inoportuno o es rechazado ("a destiempo").
El Estilo de la Proclamación: "...reprende, amenaza y exhorta con mucha paciencia y doctrina". La predicación debe ser completa. Incluye la "reprensión" (corregir el error), la "amenaza" (advertir sobre las consecuencias del pecado) y la "exhortación" (animar y consolar). Y todo ello debe hacerse con dos cualidades esenciales: "mucha paciencia" (respetando los procesos de las personas) y "doctrina" (una enseñanza sólida y bien fundamentada).
Este pasaje es una llamada a enamorarnos de la Sagrada Escritura, a verla no como un libro antiguo, sino como la Palabra viva e inspirada de Dios que nos salva, nos guía y nos equipa. Y es un llamado a superar nuestra timidez y a asumir con urgencia y paciencia la misión de proclamar esta Palabra, sabiendo que lo hacemos ante la mirada de Cristo, nuestro Rey y Juez.
Preguntas para la reflexión
¿De qué manera estoy yo "permaneciendo fiel" a la fe que he aprendido? ¿Qué tan sólidas son mis raíces?
¿Valoro la Sagrada Escritura como una fuente de "sabiduría que conduce a la salvación"? ¿Con qué frecuencia la leo y medito para que me "enseñe, rebata, corrija y guíe"?
¿Me siento "perfectamente equipado/a para toda obra buena" gracias a la Palabra de Dios, o siento que me faltan recursos espirituales?
¿Soy consciente de la urgencia de "proclamar la Palabra"? ¿Cómo puedo hacerlo "a tiempo y a destiempo" en mi vida cotidiana?
¿Mi forma de compartir la fe incluye un equilibrio de "reprensión, amenaza y exhortación", hecho siempre con "mucha paciencia y doctrina"?
Oración
Señor, te damos gracias por el don de tu Palabra inspirada. Ayúdanos a permanecer fieles a ella y a encontrar en ella la sabiduría que conduce a la salvación. Que tu Escritura nos enseñe, nos corrija y nos guíe en la justicia, equipándonos para toda obra buena. Y te pedimos, ante tu presencia y la de Cristo Jesús, nuestro Juez, que nos des la valentía para proclamar tu Palabra a tiempo y a destiempo, con mucha paciencia y sana doctrina, para tu gloria y la salvación de nuestros hermanos. Amén.