Romanos 4, 20-25
"La Fe de Abraham: Esperanza contra Toda Esperanza, Modelo para Nuestra Fe en Cristo"
“20 Ante la promesa de Dios, no dudó ni le faltó la fe, sino que, fortalecido por esa fe, dio gloria a Dios, 21 plenamente convencido de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete. 22 Por eso, su fe le fue tenida en cuenta para su justificación. 23 Pero la Escritura no dice solamente “le fue tenida en cuenta” por él; 24 lo dice también por nosotros, a quienes nos será tenida en cuenta, porque creemos en aquel que resucitó de entre los muertos a Jesús, nuestro Señor. 25 Él fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.”
Contexto
Este pasaje se encuentra al final del capítulo 4 de la Carta a los Romanos, donde San Pablo ha estado utilizando la figura de Abraham como el ejemplo supremo de la justificación por la fe. Ha demostrado que Abraham fue declarado justo por Dios no por sus obras o su circuncisión, sino por su fe en la promesa de Dios de darle una descendencia, a pesar de su vejez y la esterilidad de Sara ("esperando contra toda esperanza", como dice el v. 18). Ahora, Pablo concluye su argumento describiendo la naturaleza de esa fe de Abraham y aplicándola directamente a la fe cristiana.
Tema Central
El tema central es la descripción de la fe ejemplar de Abraham –una fe fuerte, que no duda, que da gloria a Dios y que se basa en la convicción del poder omnipotente de Dios– y su aplicación a la fe cristiana. Así como a Abraham se le contó su fe como justicia por creer en el Dios que da vida a lo muerto (el vientre de Sara), a nosotros también se nos contará nuestra fe como justicia por creer en el mismo Dios, que ha manifestado su poder supremo al resucitar a Jesús de entre los muertos. El pasaje culmina con una fórmula de credo primitiva que resume la obra salvadora de Cristo: su muerte por nuestros pecados y su resurrección para nuestra justificación.
Aplicación a nuestra actualidad
La reflexión de Pablo sobre la fe de Abraham es una profunda catequesis sobre cómo debe ser nuestra propia fe:
Una Fe que no Duda ante lo Imposible: "Ante la promesa de Dios, no dudó ni le faltó la fe...". La fe de Abraham no es una fe fácil. Se enfrenta a una promesa humanamente imposible. Sin embargo, elige no dudar. Esto nos desafía a examinar cómo reaccionamos ante las "promesas" de Dios que parecen ir en contra de nuestra lógica o de nuestras circunstancias.
Una Fe que da Gloria a Dios: "...fortalecido por esa fe, dio gloria a Dios...". La fe no es una simple creencia intelectual; es una fuerza que nos "fortalece" y que, en lugar de centrarnos en nosotros mismos, nos lleva a "dar gloria a Dios". Es reconocer que el poder es suyo.
El Fundamento de la Fe: El Poder de Dios: "...plenamente convencido de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete". La fe no se apoya en nuestros sentimientos ni en las probabilidades, sino en el carácter y el poder de Dios. Se pregunta no si "es posible", sino si "Dios lo ha prometido". Si Él lo ha prometido, Él tiene el poder para cumplirlo.
Nuestra Fe es como la de Abraham: "Lo dice también por nosotros... porque creemos en aquel que resucitó de entre los muertos a Jesús...". Pablo establece un paralelismo directo. Abraham creyó en un Dios que podía dar vida a un cuerpo "muerto". Nosotros creemos en el mismo Dios, que ha realizado un acto aún mayor: resucitar a Jesús de la muerte real. Nuestra fe es una fe en el Dios de la vida.
El Doble Movimiento de la Salvación: "Él fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación". Esta es una síntesis perfecta del Evangelio:
Muerte por nuestros pecados: La muerte de Jesús es el sacrificio que nos limpia de nuestros pecados.
Resurrección para nuestra justificación: La resurrección de Jesús es el acto de Dios que nos declara "justos", que nos abre a una vida nueva y nos da la victoria sobre la muerte. No podemos separar la cruz de la resurrección; ambos son parte del único acto salvador de Dios.
Este pasaje es una poderosa invitación a imitar la fe de Abraham. Nos llama a una confianza inquebrantable en el poder de Dios para cumplir sus promesas, incluso cuando todo parece imposible. Y nos centra en el corazón de nuestra fe: la muerte y resurrección de Jesucristo, el acto supremo del poder de Dios, que nos perdona nuestros pecados y nos da una vida nueva.
Preguntas para la reflexión
¿En qué "promesas de Dios" me cuesta más creer en este momento de mi vida? ¿Cómo puedo, como Abraham, fortalecerme en la fe y dar gloria a Dios?
¿Mi fe se basa en mis sentimientos cambiantes o en la convicción del poder de Dios para cumplir lo que promete?
¿Soy consciente de que, al creer en la resurrección de Jesús, estoy creyendo en el mismo Dios de la vida en el que creyó Abraham?
¿Qué significa para mí que Jesús fue "entregado por mis pecados"?
¿Qué significa para mí que Jesús fue "resucitado para mi justificación"? ¿Vivo con la libertad y la novedad de vida que esto implica?
Oración
Padre todopoderoso, que tienes el poder para cumplir todo lo que prometes. Te damos gracias por el ejemplo de fe de nuestro padre Abraham, que no dudó ante tu promesa. Fortalece también nuestra fe, para que creamos firmemente en Ti, que resucitaste de entre los muertos a Jesús, nuestro Señor. Que, reconociendo que Él fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación, podamos vivir una vida nueva para tu gloria. Amén.