Lucas 12, 39-48
"El Ladrón en la Noche y los Siervos Fieles e Infieles: Vigilancia y Responsabilidad"
“39 Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. 40 Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada». 41 Pedro preguntó entonces: «Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?». 42 El Señor le respondió: «¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el señor pondrá al frente de su personal para distribuirle a su debido tiempo la ración de trigo? 43 ¡Feliz el servidor a quien su señor, al llegar, encuentre obrando así! 44 Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. 45 Pero si este servidor piensa: “Mi señor tardará en llegar”, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, a comer, a beber y a emborracharse, 46 el señor de ese servidor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará severamente y le hará compartir la suerte de los infieles. 47 El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo nada preparado y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. 48 Pero el que sin saberlo, se hizo merecedor de castigo, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.”
Contexto
Este pasaje del Evangelio de Lucas forma parte de las enseñanzas de Jesús sobre la vigilancia en la espera de su venida. Justo antes, ha usado la imagen de los siervos que esperan con las lámparas encendidas el regreso de su señor de una boda. Ahora, Jesús utiliza dos imágenes más: la del ladrón en la noche, para subrayar la imprevisibilidad de su venida, y la parábola del administrador fiel e infiel, para detallar en qué consiste la verdadera vigilancia y la responsabilidad que conlleva.
Tema Central
El tema central es la necesidad de una vigilancia constante y una fidelidad activa ante la venida inesperada del Hijo del hombre. La vigilancia no es una espera pasiva, sino el cumplimiento responsable de las tareas encomendadas. La parábola del administrador contrasta la recompensa de la fidelidad con el castigo severo de la negligencia, la cual nace de la presunción de que "el señor tardará". El pasaje culmina con un principio de juicio fundamental: la responsabilidad es proporcional al conocimiento y a los dones recibidos.
Aplicación a nuestra actualidad
Las palabras de Jesús sobre la vigilancia y la responsabilidad son una llamada a vivir nuestra fe de manera consciente y comprometida:
Estar Siempre Preparados: La imagen del ladrón en la noche es contundente. La venida del Señor (ya sea al final de nuestra vida o al fin de los tiempos) será inesperada. La única defensa es estar "preparados" en todo momento. Esto implica vivir cada día en estado de gracia y de fidelidad.
La Vigilancia es Administración Fiel: La pregunta de Pedro ("¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?") lleva a Jesús a especificar qué significa "estar preparado", especialmente para quienes tienen responsabilidades en la comunidad. Ser un "administrador fiel y previsor" es la esencia de la vigilancia. Nuestra tarea es "distribuir el alimento a su debido tiempo", es decir, cumplir con nuestros deberes de estado, cuidar de aquellos a nuestro cargo (hijos, feligreses, empleados, etc.) con justicia y diligencia.
La Tentación de la Negligencia: "Mi señor tardará en llegar". Esta es la raíz de la infidelidad del mal siervo. Cuando la venida del Señor se percibe como algo lejano o irreal, surge la tentación de relajarse, de abusar de la autoridad ("golpear a los servidores") y de entregarse al egoísmo y a los placeres desordenados. Es una advertencia contra la tibieza y la mediocridad espiritual.
A Mayor Don, Mayor Responsabilidad: "Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más". Este es un principio de justicia que recorre toda la Biblia. Quienes hemos recibido más –la fe, los sacramentos, la educación, los recursos, las posiciones de liderazgo– tenemos una responsabilidad mayor ante Dios. No podemos excusarnos en la ignorancia. Este principio nos llama a una generosidad y a una fidelidad proporcionales a los dones recibidos.
Este pasaje es una llamada a la madurez cristiana. Nos invita a superar una fe infantil que solo piensa en el presente y a vivir con una perspectiva de eternidad, entendiendo que nuestra vida es una "administración" de la que tendremos que rendir cuentas. Pero no es una llamada al miedo, sino a la felicidad: "¡Feliz el servidor a quien su señor, al llegar, encuentre obrando así!". La verdadera dicha se encuentra en la fidelidad cotidiana.
Preguntas para la reflexión
¿Vivo con la conciencia de que debo estar "preparado/a" para el encuentro con el Señor, o vivo como si ese momento nunca fuera a llegar?
¿Qué "administración" me ha confiado el Señor (en mi familia, mi trabajo, mi parroquia)? ¿Estoy siendo un/a "administrador/a fiel y previsor/a"?
¿Caigo a veces en la tentación de pensar "mi Señor tardará", lo que me lleva a ser negligente en mi vida de oración, en mi servicio a los demás o en mi lucha contra el pecado?
¿Soy consciente de que, por haber recibido "mucho" (el don de la fe, etc.), se me "pedirá mucho"? ¿Cómo me motiva esto a vivir con mayor generosidad y compromiso?
¿Qué pasos concretos puedo dar hoy para vivir más vigilantemente, de modo que si el Señor llegara, me encontrara "obrando así"?
Oración
Señor Jesús, que vendrás a la hora menos pensada, danos la gracia de estar siempre preparados. No permitas que la presunción o la negligencia nos hagan pensar que "tardarás en llegar". Concédenos ser administradores fieles y previsores de los dones y responsabilidades que nos has confiado. Que, al llegar, nos encuentres trabajando por tu Reino, para que podamos ser contados entre los siervos felices a quienes harás administradores de todos tus bienes. Amén.