Salmo 147, 12-15. 19-20
"El privilegio de conocer la Palabra de Dios"
"¹²¡Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! ¹³Él reforzó los cerrojos de tus puertas y bendijo a tus hijos dentro de ti; ¹⁴aseguró la paz en tus fronteras y te sació con la flor del trigo. ¹⁵Él envía su mensaje a la tierra, su palabra corre velozmente. ¹⁹Revela su palabra a Jacob, sus preceptos y mandatos a Israel: ²⁰con ninguna otra nación obró así ni les dio a conocer sus mandatos."
Contexto
El Salmo 147 es un himno de alabanza comunitaria, probablemente cantado en el Templo de Jerusalén después del exilio en Babilonia. Es un canto de alegría y gratitud por la restauración de la ciudad y del pueblo. El salmista invita a Jerusalén (personificación de todo el pueblo de Israel) a alabar a Dios por dos grandes motivos: su poder sobre la creación (los versículos no incluidos hablan de la nieve, la escarcha, el viento) y, de manera muy especial, por su cuidado amoroso y su elección particular de Israel. Los versículos seleccionados se centran en esta segunda razón: la protección física y la bendición de Dios sobre su pueblo, y el regalo único e incomparable de su Ley.
Tema Central
El tema central es la gratitud por la elección privilegiada de Dios. El salmista no alaba a un dios lejano, sino a "tu Dios", un Dios cercano que actúa concretamente en la historia de su pueblo. Esta acción se manifiesta de dos formas: primero, en la seguridad y la prosperidad (refuerza las puertas, bendice a los hijos, da la paz, sacia con el mejor trigo); segundo, y de manera aún más sublime, en el don de su Palabra. Dios no solo protege y alimenta, sino que se revela, comunica su voluntad y ofrece un camino de vida a través de sus preceptos y mandatos. Este es el mayor signo de su amor y la mayor distinción de Israel sobre todas las demás naciones.
Aplicación a nuestra actualidad
Este salmo nos invita a mirar nuestra propia vida y nuestra comunidad de fe como la "nueva Jerusalén". Dios también quiere reforzar las "puertas" de nuestro corazón contra el desánimo, el miedo y el mal. Desea bendecir a nuestros "hijos" —nuestra familia, nuestros amigos, las nuevas generaciones— y darnos una paz interior que el mundo no puede ofrecer.
Pero el punto más profundo es el llamado a la gratitud por el regalo de su Palabra. En un mundo con innumerables voces, filosofías y opiniones, tenemos acceso a la Palabra de Dios a través de la Biblia y la enseñanza de la Iglesia. A veces podemos verla como un conjunto de reglas pesadas o algo que damos por sentado. Este salmo nos sacude y nos pregunta: ¿somos conscientes del inmenso privilegio que es conocer la voluntad de Dios, tener una guía clara para nuestra vida? No es una carga, sino el mayor regalo, el alimento más fino ("la flor del trigo") para nuestra alma. Es una invitación a redescubrir la Sagrada Escritura no como un libro antiguo, sino como la "palabra que corre velozmente" para iluminar, sanar y dar sentido a nuestro presente.
Preguntas para la reflexión
¿De qué maneras concretas he experimentado la protección ("puertas reforzadas") y la bendición de Dios en mi vida o en mi familia?
¿Valoro la Palabra de Dios como un privilegio y un regalo, o la veo más como una obligación o algo lejano a mi realidad cotidiana?
¿Cuándo fue la última vez que acudí a la Palabra de Dios buscando activamente paz, alimento o dirección para una situación concreta?
Al pensar en tantas personas que no conocen este regalo, ¿qué sentimientos surgen en mí y cómo me impulsa a valorar más mi fe?
Oración
Señor, Dios nuestro, te alabamos y te glorificamos por tu inmenso amor. Gracias por proteger nuestra vida, por bendecirnos y por darnos la paz que tanto anhelamos. Sobre todo, te damos gracias por el don inestimable de tu Palabra. Perdónanos por las veces que no la valoramos como el tesoro que es. Abre nuestro entendimiento y nuestro corazón para que tu Palabra corra velozmente en nuestra vida, nos ilumine y nos transforme, para que, conociendo tus mandatos, podamos vivir en la alegría y la libertad de tus hijos. Amén.