Romanos 15, 14-21
"El orgullo del Apóstol: ser ministro de Cristo para los paganos"
"14. Por mi parte, hermanos, estoy persuadido de que ustedes están llenos de buenos sentimientos y de un gran conocimiento, y que son capaces de aconsejarse mutuamente. 15. A pesar de todo, les he escrito con un poco de audacia para reavivar sus recuerdos, fundado en la gracia que he recibido de Dios: 16. la de ser ministro de Cristo Jesús para los paganos, ejerciendo el sagrado oficio de anunciar el Evangelio de Dios, a fin de que los paganos lleguen a ser una ofrenda agradable a él, santificada por el Espíritu Santo. 17. ¡Y tengo de qué gloriarme en Cristo Jesús, en lo que se refiere al servicio de Dios! 18. Porque no me atrevería a hablar sino de aquello que Cristo ha realizado por mi intermedio para llevar a los paganos a la obediencia, tanto con la palabra como con la acción, 19. con el poder de signos y prodigios, y con la fuerza del Espíritu de Dios. Desde Jerusalén y sus alrededores hasta la región de Iliria, he dado cumplimiento al Evangelio de Cristo. 20. Más aún, he tenido el honor de anunciar el Evangelio únicamente donde el nombre de Cristo no había sido todavía invocado, para no edificar sobre cimientos ajenos. 21. Como dice la Escritura: Lo verán aquellos a los que no les había sido anunciado, y los que no habían oído hablar de él, comprenderán."
Contexto
Estamos llegando al final de la Carta a los Romanos. Después de haber expuesto de manera profunda la teología de la salvación (capítulos 1-11) y las consecuencias prácticas para la vida cristiana (capítulos 12-15), Pablo pasa a un tono más personal. Él no fundó la iglesia de Roma y no los conoce personalmente. Por eso, en estos versículos, justifica con delicadeza y a la vez con firmeza por qué se ha atrevido a escribirles una carta tan extensa y densa. Explica la naturaleza de su vocación y su ministerio, presentándose como el "Apóstol de los gentiles (paganos)".
Tema Central
El tema central es la autocomprensión que Pablo tiene de su misión apostólica. Se ve a sí mismo como un "ministro" o un "sacerdote" que tiene la tarea sagrada de presentar a los pueblos paganos como una "ofrenda agradable a Dios". Sin embargo, su orgullo y su gloria no radican en sus propias capacidades o logros, sino en lo que Cristo ha hecho a través de él por el poder del Espíritu Santo. Su gran pasión y su principio rector es llevar el Evangelio a territorios vírgenes, donde nadie ha predicado antes, para no construir sobre el trabajo de otro.
Aplicación a nuestra actualidad
Este pasaje nos ofrece una profunda lección sobre cómo entender nuestro propio servicio y misión en el mundo.
Primero, Pablo nos enseña a reconocer y valorar lo bueno en los demás antes de instruir. Comienza afirmando la fe y el conocimiento de los romanos.
Segundo, nos muestra un modelo de humildad radical en el servicio. Cualquier bien que hagamos, cualquier éxito en nuestra familia, trabajo o apostolado, no es mérito nuestro, sino de "Cristo obrando a través nuestro". Esto nos libera de la soberbia en el éxito y de la frustración en el fracaso. La gloria es siempre de Dios.
Finalmente, la pasión de Pablo por ir "donde Cristo no ha sido todavía invocado" es un desafío a nuestra comodidad. Nos pregunta por nuestras propias "fronteras". Quizás no se trate de ir a otro país, sino de llevar una palabra de esperanza a un compañero de trabajo que sufre, de ser luz en un ambiente familiar conflictivo o de defender la justicia en un entorno indiferente. Somos llamados a ser portadores de la Buena Noticia en los rincones de nuestro mundo que aún no la conocen.
Preguntas para la reflexión
¿De qué cosas me siento orgulloso en mi vida? ¿Mi orgullo está centrado en mis propios logros o en lo que Dios ha hecho a través de mí?
¿Cuál es mi "Iliria", ese lugar o grupo de personas en mi vida donde el nombre de Cristo no es conocido o es ignorado y a donde me siento llamado a llevarlo con mi testimonio?
Cuando sirvo a los demás en mi familia, comunidad o trabajo, ¿lo hago sintiendo que estoy colaborando para presentar una "ofrenda agradable a Dios"?
¿Reconozco y valoro los dones y la fe de las personas que me rodean, o tiendo a fijarme primero en lo que les falta o en lo que creo que deberían cambiar?
Oración
Señor Jesús, te doy gracias por el don de mi vida y por llamarme a servirte en el mundo. Como el apóstol Pablo, quiero gloriarme solo en Ti y en lo que tu poder puede hacer a través de mi debilidad. Enciende en mí el fuego de tu Espíritu Santo para que no me acomode y busque siempre anunciar tu amor en las fronteras de mi existencia. Haz que toda mi vida, con mis palabras y mis obras, sea una ofrenda agradable a Ti, para tu mayor gloria. Amén.