Salmo 145(144), 2-4. 6. 10-11
"Un eco de alabanza que atraviesa generaciones"
"2. Día tras día te bendeciré y alabaré tu Nombre sin cesar. 3. ¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza: su grandeza es insondable! 4. Cada generación celebrará tus obras y proclamará tus proezas. 6. y celebrarán el recuerdo de tu inmensa bondad, y aclamarán tu justicia. 10. Que todas tus obras te den gracias, Señor, y que tus fieles te bendigan; 11. que proclamen la gloria de tu reino y narren tus proezas,"
Contexto
Este salmo es el último de los salmos atribuidos a David en el Salterio y es el único que lleva el título de "Tehillah", que significa "Himno de alabanza". Es un poema acróstico, donde cada versículo comienza con una letra sucesiva del alfabeto hebreo, lo que le da un sentido de plenitud y totalidad. Es una alabanza pura, que no pide nada, sino que se dedica por completo a exaltar el carácter y las obras de Dios: su grandeza, su bondad, su justicia y su reino universal.
Tema Central
El tema central es la alabanza perpetua, comunitaria y universal a Dios. El salmista establece un compromiso personal de alabar a Dios "día tras día" y "sin cesar". Pero esta alabanza no es un acto aislado; se convierte en una tradición viva que se transmite "de generación en generación". Además, la alabanza no se limita al pueblo de Israel, sino que se extiende a "todas las obras" de la creación, que son llamadas a dar gracias, mientras que los fieles (la comunidad creyente) tienen la misión especial de bendecir y proclamar activamente la gloria del reino de Dios.
Aplicación a nuestra actualidad
En un ritmo de vida tan acelerado, donde a menudo nos centramos en lo que nos falta o en los problemas del día, este salmo es una invitación a hacer una pausa deliberada para la gratitud y la alabanza. Nos recuerda que la alabanza no es solo para los momentos buenos, sino un ejercicio diario que reorienta nuestra perspectiva hacia la grandeza y bondad de Dios, que son "insondables".
Además, nos confiere una hermosa responsabilidad: la de ser un eslabón en la cadena de la fe. Estamos llamados no solo a experimentar a Dios, sino a "celebrar sus obras" y "narrar sus proezas" a quienes vienen después de nosotros, especialmente a los más jóvenes. En un mundo que a menudo parece haber perdido la memoria de lo sagrado, somos los narradores de la historia de amor de Dios con la humanidad. Finalmente, nos invita a afinar nuestro oído para escuchar el coro de la creación que alaba a su Creador y a unir nuestra voz con convicción, proclamando con nuestras palabras y acciones que el Reino de Dios, un reino de amor y justicia, está presente y actuando en medio de nosotros.
Preguntas para la reflexión
¿De qué manera concreta puedes establecer un hábito de alabanza "día tras día", más allá de los momentos de oración formal?
¿Qué obras o proezas de Dios en tu propia vida o en la de tu familia podrías narrar a otros para celebrar su bondad?
El salmo invita a que "todas tus obras te den gracias". ¿Cómo puedes cultivar una mirada más contemplativa para reconocer la alabanza a Dios en la naturaleza y en la bondad de las personas que te rodean?
¿Qué significa para ti, en tu entorno actual, "proclamar la gloria de tu reino"? ¿Cómo se traduce eso en tus conversaciones y acciones?
Oración
Señor, Grande y Digno de toda alabanza, hoy quiero unirme a ese coro incesante que te bendice sin cesar. Ayúdame a no olvidar nunca tu inmensa bondad y a celebrar tus proezas en mi vida. Te pido la gracia de ser un fiel transmisor de tu amor a las nuevas generaciones, para que tu Nombre sea alabado por siempre. Que toda mi vida, junto a la creación entera, proclame la gloria de tu Reino y narre la maravilla de tu poder. Amén.